2022 | Dir. Adam Shankman | PG | 119 mins. | Walt Disney Pictures / Disney+
Érase una vez, pa’ lla pa’ la primera década de los 2000, antes de la adquisición de Marvel, Lucasfilm (Star Wars) y de hacerle copy/ paste a sus clásicos animados, que Disney –como estudio de cine– tomaba riesgos al producir cosas fuera de sus “marcas”. Sin embargo, su estudio de animación estaba en un “punto bajo”, mientras que PIXAR estaba en su racha más consistente y prestigiosa.
En medio de ese panorama, surgió una híbrida anomalía que combinaba la animación 2D (agonizando como formato) con el live-action. Dicha anomalía se llamó Enchanted (2007) y tal y como su título, fue todo un encanto. Su concepto e historia funcionaban a la perfección, sirviendo como homenaje (y parodia) a las clásicas adaptaciones de cuentos de hadas que construyeron el imperio animado de la Casa del Ratón. Sin contar que, a su vez, dio a conocer a una de las mejores actrices que tiene Hollywood ahora mismo: Amy Adams (Arrival).
Su interpretación como “Giselle” fue una de ensueño, capturando toda la ingenuidad de una princesa que se encuentra “como pez fuera del agua”, ilusa de encontrar su verdadero amor en Nueva York. Es una de las mejores interpretaciones que Adams ha hecho en su carrera. ¿Y la película en sí? Todo un éxito. Sólo era cuestión de tiempo para que una secuela se materializa. Luego de 15 años, nos llega Disenchanted (2022) y al igual que su predecesora, le hace total honor a su nombre.
Disenchanted tiene muy pocos destellos de la magia de la original, estirando una premisa subvertida que traiciona el “encanto” de su predecesora. Aunque era la dirección más obvia que la trama podía tomar para volver a torcer la “fórmula”, simplemente, no funciona. Acabó sintiéndose artificial y hueca. Más aún, no hace lo suficiente para elevarse tan siquiera a ser “promedio”.
Es una pena con el elenco original, que vuelve a denotar total compromiso con sus interpretaciones. Adams, una vez más, sobresale como “Giselle”, pero su giro es uno que va en contra de su esencia como personaje. Ni hablar de Patrick Dempsey (Grey’s Anatomy) como “Phillip”, quien aquí es totalmente desperdiciado.

Quienes únicos logran salir invictos de esto son James Marsden (X-Men) e Idina Menzel (Frozen) como el rey “Edward” y la reina “Nancy” de “Andalasia”. Sus apariciones son breves, pero contienen toda la chispa que necesitaba la película en sí. Darle espacio a Menzel para que pudiera interpetrar una canción es uno de sus pocos aciertos. Su talento vocal es tremendo. Por algo “Elsa” y su icónica “Let It Go” son tan famosas.
¿De lo demás? No hay mucho que decir y menos que apreciar. Disenchanted es una secuela totalmente innecesaria. Que haya sido un estreno exclusivo de Disney+ le “ayuda”, ya que puede pasar desapercibida mientras se busca qué ver en la plataforma, y de paso, ser olvidada; tal y como pasó con el zafacón de secuelas inferiores direct-to-video que Disney se lució sacándole a sus clásicos animados. ¿Saben cuándo pasó? También pa’ esa primera década de los 2000. Así que el ciclo está completo.
Pretenderé mejor que Disenchanted no existe, para así no dañar mi enchule con la original. De esa forma, “viviré feliz por siempre”. Fin.



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