2023 | Dir. David Gordon Green | R | 111 mins. | Universal Pictures

Wow, The Exorcist (1973)…

Por 50 años ha sido la epítome del cine de terror. El fenecido director William Friedkin no sabía cuán grande e influyente sería su obra maestra. La meticulosa examinación sobre la crisis de fe de un sacerdote que acaba enfrentándose a un demonio tratando de poseer una niña se convirtió en un verdadero fenómeno cultural. Un “antes” y un “después”. El panorama social de la época en que debutó junto a la novedad de presentar que este tipo de maldad “podía existir” y manifestarse de forma tan explícita en un escenario contemporáneo fue la “tormenta perfecta” para que no parara de ser controversial. Sin mencionar el legado de su impactante e inolvidable iconografía en relación a los exorcismos y posesiones. Podrás nunca haberla visto, pero –fácilmente– reconoces la grotesca imagen de “Regan” poseída.

Aparte de ser uno de los primeros estrenos de terror mainstream y uno de los más taquilleros de la historia, The Exorcist sentó el precedente para que los estudios de cine comenzaran a darle importancia “artística” a películas de este género y, a su vez, poner en marcha la producción de secuelas. Luego de que The Exorcist II: The Heretic (1977) y The Exorcist III (1990) no causaran el mismo impacto ni fueran bien recibidas, volvieron pa’ trás y estrenaron dos precuelas (que en teoría, son dos versiones distintas de la misma película): Exorcist: The Beginning (2004) y Dominion: A Prequel to The Exorcist (2005), las cuales tampoco fueron buenas. Todas fueron inferiores y derividas de la original sin nada que justificaran su existencia. Lo cual demostraba que no había forma de replicar la grandeza de la adaptación original.

Era cuestión de tiempo pa’ que lo intentaran de nuevo. Esta vez, un legacy-sequel que lleva por título The Exorcist: Believer (2023) y vaya que el refrán le cae: “quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”. Que clase’ fiasco.

The Exorcist: Believer, continuación directa de la original que ignora todas las secuelas y precuelas anteriores, relata cómo el fotógrafo “Victor Fielding” afronta la maldad demoniaca que está poseyendo a su hija y su amiga.

Esta película mete la pata desde el principio. Del saque, se sintió bien fuera de lugar que utilizaran una tragedia real como punto de partida para la historia. No tan sólo eso, The Exorcist: Believer se encarga, prácticamente, de calcar la trama de la original en su primera mitad. Salvo una que otra variación leve, es un copiete bien vago. Que sean dos niñas poseídas en vez de una en un intento por hacer todo “más grande”, lo que hace es sacrificar el vínculo emocional e interés de uno como espectador, ya que no se logra generar empatía por ninguna. Las nenas hacen lo que pueden y Leslie Odom Jr. (Hamilton) como “Victor” lo intenta con su interpretación, pero no es suficiente pa’ obviar cómo el inconsecuente e inconsistente reguero de guión se “traga” su comprometida actuación.

El gancho promocional más grande (y lo que se creía que sería “lo mejor”) de Believer era la re-introducción del personaje de “Chris MacNeil”, la madre de “Regan” en la original. Ellen Burstyn (Interstellar) regresa a su icónico papel luego de 50 años para ayudar al personaje de “Victor” en su lucha por liberar a su hija de “Lamashtu”. Lo que debía ser un respetable homenaje a su legado se convirtió en el desperdicio y la ofensa más grande de la película. Traer de vuelta a la actriz pa’ lo que le hacen quedó fatal, ‘mano. Una vergüenza, al igual que el susodicho “exorcismo”.

Lo que prometía ser el high point de esta decepción (y podía redimirla alguito), acabó siendo un ejercicio carente de suspenso alguno, fallando en lo más básico. Su ejecución es atropellada y no tiene impacto alguno, demostrando una vez más que los realizadores de esta versión 2023 no entendieron para nada qué hizo que el clásico de 1973 fuese tan escalofriante y memorable.

La culpa de todo esto es de David Gordon Green (Halloween, Halloween Kills, Halloween Ends) y su equipo de escritores. Este corillo pensó que darle el mismo tratamiendo de su trilogía de Halloween (2018-2002) a The Exorcist era una buena idea, tratando estrepitosamente de atemperar un concepto que no tiene el mismo impacto hoy día como lo fue en los años 70 sin tener idea de hacia dónde dirigirlo para hacerlo relevante. Habrán intentado decir alguito sobre la multiplicidad de espiritualidades y religiones y de cómo estas convergen en la lucha constante contra el “mal”, pero no lo desarrollaron en lo absoluto con tal de buscar una vía rápida de ser un copy/ paste de la original y acabó siendo algo que rayó casi en lo risible.

The Exorcist: Believer es una hueca y vergonzosa experiencia que insulta a la original por querer ser como ella. Quizás como película del montón caía en lo mediocre y pasaba por ficha, pero llevar el nombre de The Exorcist en el título carga consigo un peso que, automáticamente, genera hasta cierta responsabilidad. Aquí, se pasaron todo por el orto con tal de ser un cash grab impulsado por nostalgia que no cumple ni con lo más mínimos requisitos del género. ‘Ta cabrón pensar que Universal pagó $400 millones de dólares por los derechos de esto y que el comienzo de su supuesta nueva trilogía sea tan malo.

Yo no sé a dónde irá esto ni mucho menos qué esperar con su final, pero deberían considerar cambiar el equipo creativo seriamente. Si no, como espectadores, estaremos destinados a que nos lleve el diablo cada vez que estrene una de estas.

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