2024 | Dir. David Ayer | R | 105 mins. | Amazon MGM Studios
Jason Statham es la estrella de acción del siglo 21. Sin restarle méritos a lo que hace Gerard Butler con sus producciones o los increíbles riesgos que corre Tom Cruise en nombre del entretenimiento, Statham es quien único ha podido canalizar y transmitir con éxito el carisma y bad-ass appeal que portaban los “héroes de acción” de la década de los 80 y 90.
Desde ser parte de corillos de mafiosos ingleses (Lock, Stock and Two Smoking Barrels, Snatch), entregar deliveries (The Transporter), llevar a cabo robos (Wrath of Man), hacerle los manda’os a la muerte (The Mechanic) y no dejarse morir (Crank), Statham lleva dándolo todo por poco más de 25 años en pantalla. A la hora de repartir tiros y cantazos a diestra y siniestra, no hay quien se le pare al la’o.
Es por eso que, luego de un 2023 donde su estreno más decente pasó desapercibido (Operation Fortune: Ruse De Guerre), su segundo encuentro con tiburones prehistóricos estuvo malito (Meg 2: The Trench), apareciera en una de las peores películas de su carrera (Expend4bles) y su rol en una sus franquicias más famosas fuera reducido casi a un cameo (Fast X), era necesario verlo en algo que disipara esa rachita y nos recordara nuevamente porque es el papá de los pollitos. Entra al juego The Beekeeper (2024).
The Beekeeper relata la historia de “Adam Clay”, un ex-agente encubierto dedicado a la apicoltura, que se ve arrastrado de vuelta a su pasado estilo de vida tras la muerte de un particular.
Esta premisa se ha llevado a la gran pantalla huelemil veces, pero su ejecución aquí hace que se sienta un tanto fresca dentro de lo trillado. Parte de eso es gracias al adecuado balance entre lo “serio” y lo “absurdo” que logra Kurt Wimmer (Equilibrium, Salt) con su guión. A medida que la trama va avanzando –y dando ciertos giros–, todo se va haciendo más grande y acaba llegando a un lugar muy lejos de donde arrancó, sin perder el enfoque en el trayecto de “Clay” ni mucho menos su objetivo.

Por otro parte, la forma en que The Beekeeper usa a su protagonista titular es una tipo-Terminator. Más allá de impulsar la historia, “Clay” es un personaje que reacciona a la misma. Esto da paso a que los demás personajes sean quienes vayan dando a conocer los detalles, motivaciones y todo lo que está detrás del fraude y la corrupción que comienza la cacería de “Clay”. Entre esos personajes se destacan la agente “Parker” (Emmy Raver-Lampman, The Umbrella Academy), el insesato periquero “Derek Danforth” (Josh Hutcherson, The Hunger Games) y su jefe de seguridad “Wallace Westwyld” (Jeremy Irons, Batman v Superman). Sin embargo, no hay quien opaque la avalancha de violencia que es Statham cada vez que a alguien se le ocurre descojonar la “colmena”.

Lo otro que hace de The Beekeeper una llevadera sorpresita es el trabajo de David Ayer (End of Watch, Fury) como director. Tras casi 10 años sin dirigir una buena película (mala mía, Suicide Squad) hace un comeback en forma, llevando todo a un ritmo ágil y acertado, demostrando así que sus virtudes como director todavía están vigentes. Ayer dirige las secuencias de acción de forma coherente y sirven, más que nada, pa’ que Statham pueda manifestarse a sus anchas y acaben haciendo que The Beekeeper cumpla con lo que es.
Expositiva con su leve world-building, pero sin ser tediosa o complicada, media tonta sin ser insultante y entretenida de principio a fin, hacen que esta enésima variación de John Wick resulte ser un estreno que promedia un poquito por encima de lo que suele debutar el primer mes del año en los cines. Y ya con eso, está más que bien. Vayan a verla que no me molestaría ver una secuela.



Leave a comment