2024 | Dir. Samantha Jayne, Arturo Pérez Jr. | PG-13 | 112 mins. | Paramount Pictures

Cuando tenía como 11 o 12 años, recuerdo que había una película en VHS, color rosa, en el rack de Blockbuster. La carátula tenía a Lindsey Lohan (Freaky Friday), Rachel McAdams (The Notebook), Amanda Seyfried (Mamma Mia!) y Lacey Chabert (Black Christmas). Luego de haber visto el trailer en otra película de Paramount y no sacarme de la mente a las babies que la protagonizaban, acabé alquilando la película color rosa sin vergüenza alguna. Me consta que me gustó lo que ví en aquel entonces, pero fue con par de revisitas más adelante que pude apreciar cuán buena era en realidad. Con un humor inteligente y actuaciones destacables, la película color rosa se sostenía como una memorable comedia que no perdía su encanto. ¿Su título? Mean Girls (2004).

Tras el nacimiento de las redes sociales, la fama de Mean Girls se acabó de desatar por completo. “Cady” y las “Plastics” seguían vigentes a través de fotos, GIFs y quotes, llegando a alcanzar un estatus icónico dentro de la cultura popular. Su relevancia se siguió extendiendo por los años, generando una secuela totalmente olvidable hecha para televisión (Mean Girls 2) en el 2011 y una exitosa adaptación musical en Broadway (2018). Era todo pruebas y cero dudas que Mean Girls aún era sensación.

Sólo era cuestión de tiempo para que esa última versión diera el salto a la gran pantalla y se le reintrodujera esta historia a una nueva generación.

Mean Girls (2024) relata la historia de “Cady Heron”, una inocente joven recién llegada a “North Shore High School”, que acaba enredándose con el infame corillo de “Regina George” y las denominadas “Plastic Girls“.

Agridulcemente, esta versión 2024 de “Chicas Pesadas” –como musical– no llega a su mejor nota. Esto no es culpa de las interpretaciones del elenco, sino del componente más importante e indispensable dentro de este género: las canciones. La clara, las encontré sosas y bien poco memorables. Las líricas, más allá de impulsar la trama, lo que hacen es diluirla; haciendo sentir que las secuencias musicales estén meramente yuxtapuestas y no convergiendo orgánicamente con la narrativa en general. Esto, a su vez, provoca que ciertas escenas carezcan del impacto que se supone y que, como espectadores, tengamos que remontarnos al recuerdo (y ritmo) de la original para así darles “valor”.

Pero, ¿saben quién contrarresta el foul de las canciones? Renée Rapp como “Regina George”.

Cuando comenzó a salir la promoción de esta Mean Girls, me cuestionaba por qué habían redirigido toda la atención a “la villana” de la película cuando, en efecto, esto es la historia de “Cady”. Luego de ver la película pude entenderlo. Rapp es pura presencia escénica y cada vez que está en pantalla roba toda la atención. Su número “Meet the Plastics” es la más que sobresale gracias a ella. ¿Del resto del elenco? Auli’i Cravalho (Moana) y Jaquel Spivey, como “Janis” y “Damian” respectivamente, son quienes merecen también ser resaltados. Sus intervenciones y funciones como narradores también son un saving grace lleno de gracia y energía.

La que peor sale parada aquí es Angourie Rice (The Nice Guys). Desde chamaquita, Rice ha demostrado que tiene talento, pero su interpretación como “Cady” es un huevo sin sal que palidece grandemente con su contraparte en la versión original.

La película en general está bien realizada. No pareceque era una producción que iba a ir directo (a morir) a streaming (Paramount+), así que bien por el estudio al reconsiderar su estrategia de lanzamiento. Por otro lado, independientemente del uneven resultado final de esta propuesta, hay que dársela a Tina Fey (Date Night) por intentar no repetirse con el mismo material. Como escritora de ambas versiones, la eterna “Ms. Norbury” buscó cómo abordarlo y atemperarlo, ya fuese canta’o, diverso, con Tik-Tok o pura vibra Gen-Z. La pegó con varias de ellas, pero otras dan ganas de revisitar el ya clásico original. Y es ahí donde se mide –y evidencia– la verdadera vigencia de su amada creación.

Lejos de ser un desastre o de algo que no se deje ver, Mean Girls –con todo y sus fallitas– acabará logrando el verdadero objetivo: ganar nuevos fanáticos que no dejarán caeL el legado al menos por un rato más. Mean Girls, junto a su versión homónima del 2004, ahora son el lado “A” y lado “B” de un mismo cassette. Así que, sea el remix o la original, aunque no (re)suenen igual, “plastic is forever… And that’s so fetch!

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