2024 | Dir. Mike Mitchell | PG | 94 mins. | DreamWorks Animation

Entre la franquicia más famosa (Shrek) y la más prestigiosa (How to Train your Dragon) que tiene DreamWorks Animation en su repertorio, se encuentra otra que es totalmente merecedora del mismo reconocimiento. Debutando en el 2008, esta aventura relata el recorrido de “Po” para convertirse en un maestro del kung fu. Con una cálida historia de auto-descubrimiento y valor, humor audaz y vibrantes personajes, Kung Fu Panda fue todo un éxito y se convirtió, instantáneamente, en la favorita de una generación.

Gracias a su popularidad (y ser sumamente lucrativo), el antropomórfico oso endémico de China no tardó en ganarse un lugar en la cultura popular, por ende, las secuelas, cortos y series de televisión y streaming no se hicieron esperar. En lo que a la gran pantalla concierne, el desarrollo de “Po” por los pasados años ha sido uno que ha ido expandiéndose emotivamente, superándose un poquito más en cada película, haciendo de la hasta entonces trilogía, una sumamente consistente en calidad visual y narrativa.

Después de ocho años de break, “Po” vuelve a la carga con Kung Fu Panda 4 (2024), sólo que esta vez, no llega dando tan duro como antes.

En Kung Fu Panda 4, “Po” se embarca en la búsqueda de su sucesor como el “Guerrero Dragón”. En su travesía, cruza caminos con “Zhen”, una zorra criminal (ey, vámos, no es un insulto) que le advierte sobre una hechizera conocida como “La Camaleona”, que tiene intenciones de robarse las habilidades de todos los maestros del kung-fu.

De entrada, da gusto volver a ver a “Po” en el cine. Este carismático panda no puede desagradarle a nadie. Sus ocurrencias y su forma particular de reaccionar a lo que se le presenta, son un ameno deleite. Su magia como personaje sigue intacta. Donde Kung Fu Panda 4 tambalea es en su historia.

Kung Fu Panda 4 vuelve a recorrer caminos ya explorados en la formación (y evolución) de “Po”. Lo hemos visto convertirse en El “Guerrero Dragón” (Kung Fu Panda), hacer las paces con su pasado para obtener paz interior (Kung Fu Panda 2) y dominar su chi (Kung Fu Panda 3). En esta entrega, nuevamente, tiene otra “lección por aprender”; una que lo invita a soltar y salir de su zona de comfort para convertirse en el “Guía Espiritual” del Valle de la Paz. El argumento narrativo de “Po” no es el problema, sino su repetitiva ejecución y el enfoque parcial que se le da a expensas de “Zhen”.

Este nuevo personaje podrá ser una buena adición a la franquicia (TBD), pero aún no cuenta con el trasfondo ni la carga emocional suficiente como para “ocupar” el lugar del “Po” (al menos, protagónicamente). Por lo tanto, su arco de re-descubrimiento, introspección y redención, a pesar de calcar el mismo trayecto del de “Po” en la original, se siente vago y no “pega” igual. Este misstep sorprende un poco, ya que Kung Fu Panda 4 cuenta con el mismo grupo de escritores desde la original.

De igual forma, “La Camaleona”, como la nueva villana, tampoco resulta ser muy memorable. Podrá lucir intimidante, pero al no tener un vínculo particular con “Po”, su presencia carece de impacto. Parte de lo que hizo que “Tai Lung” (Kung Fu Panda) y “Lord Shen” (Kung Fu Panda 2) fueran adversarios dignos fue por la conexión que tenían con “Po”. Hasta “Kai” (Kung Fu Panda 3), quien era el más “independiente”, logró conectar con “Po” al poner en riesgo su familia y el kung fu por el que tanto había luchado. “La Camaleona” sólo “imita” estos conflictos y su relevancia se limita a impresionar cuando personifica a alguien del pasado. También, como personaje, es quien más sufre el desbalance que tiene la trama al no decidirse si se enfoca en “Po” o en “Zhen”, ya que con “Zhen” sí tiene un conflicto que logra explorarse por encimita, pero, corillo, esto es Kung Fu Panda, no “Kung Fu Fox“. Aquí estamos por “Po”.

Por otro lado, la aparición de los villanos anteriores como cameos silentes (a excepción de “Tai Lung”) es el fan-service más pobre que se he visto en buen tiempo… Y el disservice que le hicieron a Los Cinco Furiosos, un dolor en el alma.

Con todo y mis quejas de nene adulto dolido (culpable de que me guste mucho esta franquicia) Kung Fu Panda 4 tiene sus virtudes. La animación está dinámica y colorida (aunque sea bastante safe y carezca de secuencias artísticas como la 2D en Kung Fu Panda 2), el humor está cheverito, la dinámica de los papás de “Po” es media incosecuente, pero divertida y –a medias– se siente como una coda o epílogo a todo lo relacionado al viaje de “Po”, convirtiéndose así en un nuevo final para él y un nuevo comienzo para otros. No todas las franquicias animadas llegan a una cuarta parte con el récord intacto. Na’ más por eso, se la damos con las muelas de atrás a Kung Fu Panda 4, que aunque sea inferior a sus predecesoras, no logra herir a muerte el legado de tan querida propiedad.

A falta de películas animadas en cartelera hasta finales de mayo, esta es la propuesta familiar definitiva de la primavera. Si no la sobre-piensan como yo, pasarán una placentera hora y media en el cine y los más chiquitos, se la van a gozar aún más. Sólo me resta despedirme nuevamente del panda, y si vuelve, espero que sea con algo que esté a su altura.


Psdt. ¿Jack Black cantando un cover de …Baby One More Time en los créditos? 10/10.

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